Uno de los problemas mas endémicos de la sociedad chilena es la excesiva desigualdad en la distribución del ingreso, el cual se ha acrecentado en las últimas décadas. Por ello me gustaría plantear un nuevo y potente modelo económico de política distributiva en la cual no fuese el Estado el encargado de impulsar la redistribución de los ingresos, ya que es ineficiente y carece de información adecuada sobre las preferencias de los individuos, sino que fuesen las mismas personas quienes la llevaran a cabo a través del mercado. Esto implicará diseñar un conjunto de reglas precisas que incentiven y posibiliten la entrega de fondos dirigidas desde los que mas ganan hacia los que tienen sueldos mas bajos que la media del país. La única condición para participar del sistema es que las personas trabajen lo necesario, pues la equidad sería fruto de la recompensa al esfuerzo realizado por los trabajadores cada mes y no un asunto de caridad de instituciones sociales o una obligación del Estado.